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Rodanas bajo la lluvia

Aunque el pasado sábado en teoría teníamos preparada una ruta por Vallada, el tiempo no hacía nada recomendable salir hasta allá. No es lo mismo hacer una ruta saliendo de casa y que te llueva a mitad de camino, a que se ponga a llover a una hora en coche de casa. Además, en este caso, las páginas de previsión meteorológica eran totalmente claras y unánimes. Tormentón, y más de cara a la hora de comer. Pero no me apetecía quedarme en casa. Echo muchísimo de menos las rutas de varios días recorriendo Cuenca, o Teruel, con todos los trastos en el portapaquetes, durmiendo tirados en el suelo de un polideportivo, y sobre todo, sin escapatoria a las inclemencias del tiempo. Si un día te despertabas en Carboneras de Guadazaón con el plan de llegar a Cuenca y de pronto comienza a diluviar, no te queda otra. Cargas las alforjas, les pones el cubrelluvias, tu chubasquero, los guantes de plástico, te envuelves las calas en bolsas de supermercado y… ¡Hala! ¡A rodar! Nadie te va a llevar en coche, ni va a aparecer un autobús mágico. Evidentemente nadie saldría de casa con la bici de carretera si avecina tormenta, ni para rodar por zonas de montaña complicadas… Pero ir por pistas y carreteras vecinales es divertidísimo. Le da un toque sufrido y épico. La satisfacción por finalizar el trayecto se multiplica con metafóricas heridas de guerra en forma de barro, reconfortante ducha templada y nuevas aventuras vividas. Así que la lluvia, lejos de detenerme, me incitaba a salir con más ganas… Y pocos caminos pisteros y cercanos a Valencia podremos encontrar como el ascenso a las Rodanas. Pero nadie me acompañará, porque en cuanto se oye la lluvia, los ciclistas huyen despavoridos como si cayesen pianos de cola en vez de gotas de agua. ¿Nadie? ¡No! Miguel dice que se unirá cuando pase cerca de su casa.
Camino a Montecañada
Camino a Montecañada
El día amanece tremendamente nublado. Está tan negro que parece que vaya a impedir que amanezca. Puntual a las ocho de la mañana salgo desde el parque de cabecera camino de Paterna. Barro no hay, pero los charcos ocupan casi la totalidad de la pista. A falta de un kilómetro y puntual a la cita, aviso a Miguel para que vaya saliendo de casa. Ya no hay vuelta atrás. La humedad del aire se notaba con tan sólo respirar. Las ruedas perdían energía al rozar sobre la tierra, que aún compactada, al mojarse complicaban el pedaleo. Como siempre, al llegar a las cadenas comienza la parte complicada de la ruta. Ya Miguel me advertía de que fuera tirando, que a partir de las cadenas, la pendiente y el estado del firme podían hacerle parar… Y ponerse a pedalear de nuevo en esas condiciones es complicado. Pero aún parando, poca tregua dió. A la vez llegamos a la cima, las puertas de Mordor. Creíamos que no encontraríamos a nadie en toda la mañana, pero en un momento empezó a aparecer gente de la nada.
En la cima
En la cima
Y justo al empezar a bajar, en el único momento del día en que podría resultar peligroso, se pone a llover. Nada, una simple llovizna que aunque cala ni siquiera merece que paremos a cubrirnos con el chubasquero. Mucho antes de llegar a la pista que nos llevará a Ribarroja ya habrá parado. Tras atravesar Ribarroja emprenderemos para volver el mismo camino que a la ida. Poco antes de despedirme de Miguel noto como de forma súbita la rueda de atrás se desinfla completamente. Menos mal que el pinchazo es justo ahora, en compañía, sin lluvia y con la rueda sin barro. Un trozo de vidrio del tamaño de una uña había traspasado la cubierta y aún estaba ahí, atrapada en la goma. ¡Menos mal que Miguel tiene algo más de maña que yo a la hora de estas reparaciones! A la hora de volver los charcos aún eran más grandes que a la ida, así que aprovechando lo temprano que era me puse a explorar nuevos caminos por la zona de la Lloma Llarga. No sabía que me estaba metiendo en una zona vallada, pero como ya sabemos como funciona el tema de ponerle puertas al campo, al poco de buscar encontré un tramo de verja roto con unos alicates por los que poder salir. Finalmente tras setenta kilómetros, con lluvia, con pinchazos, con cuestas, con momentos de perderse, parando a recoger a Miguel, parando en la cima de las rodanas… ¡A las doce y media ya estaba de nuevo en Valencia! ¡Así da gusto!

Valoración de la ruta

La típica salida a las Rodanas volviendo a casa por la Cañada en vez de por la cantera. Quería que lloviese y llovió, pero justo en el peor momento. Aunque lo que cayó por la tarde fue de salir en la zodiac de recate de la Cruz Roja, en vez de en bici. Sigue leyendo la crónica

El tranquilo plan B de Las Rodanas

El pasado sábado el grupo de El Perro Verde BTT se organizó en dos salidas: el pistero y el trialero. Los que decidimos pasar la mañana del sábado tranquila y pistera nos encontramos en el río dispuestos a darlo todo… Que tampoco era mucho, dado que subir a Las Rodanas y bajar a Valencia antes de la hora de comer tampoco es que tenga demasiada complicación.

Pero para ser una ruta tan sencilla y tan vista tuvimos dos invitados. José Antonio, que vino para probar una mañana con nosotros, y Juan Carlos, amigo de José Vicente e integrante del BTT Moncada que además de conocernos nos contó un montón de cosas interesantes de su club. ¡Y además acudió José Luis, que hacía tanto tiempo que no venía que casi ni nos acordamos de su última visita!

En mitad de la huerta
En mitad de la huerta

El primer tramo de recorrido fue por las pistas que hay en paterna, cerca de la pedrera. Poco a poco, tras pasar El Plantío llegamos a La Cañada. Las pistas que hay atravesando La Vallesa son geniales, porque además de ser cuesta abajo tienen un punto de pedruscos que te hacen ir en tensión durante todo el rato.

La ruta avanzaba a un ritmo normal pero sin parones imprevistos. Por el lugar y la hora que era deberíamos estar a punto de encontrarnos con Miguel, pero no hubo manera. El plan era encontrarnos por el camino, pero esto no hace más que confirmar que la única forma de encontrar a alguien en una ruta en quedar en un punto concreto a una hora concreta. Por eso lo habitual en una ruta es perderse, y no encontrarse.

Poco antes de subir
Poco antes de subir

Delante de nosotros comenzaba ya el camino que nos llevará a la Rodana Gran. Desde que nos separamos del río tendremos que subir casi 270 metros. La pista cansa un poco, pero sólo si te gusta subir retando tus marcas anteriores. La parte dura llega después de una pequeña planicie, donde el camino está cortado con una cadena. Son solo diez minutos llegar hasta arriba pero siempre hay gente que dice que pasa de subir. Afortunadamente al final, aunque sea andando subimos todos hasta la cima.

En la cima de la Rodana
En la cima de la Rodana

La bajada la teníamos planteada por un camino nuevo. Una pequeña variante a la bajada típica para darle alguna novedad al trazado. Sin embargo Juan Carlos nos avisó de que no merecía la pena. Es demasiado peligroso y demasiado empinado, y más para un día tan caluroso y a unas horas que empezaban a ser poco recomendables para llegar a Valencia temprano. Porque el termómetro estaba llegando a parecer más al inicio del verano que al final del invierno. Hacer como Vicente e ir de corto me parecía pasarme, pero llevar perneras y una camiseta, pudiéndome poner de verano en cuanto el calor arreciase era indispensable. De ver a los demás con el culote largo y la chaqueta térmica me estaba mareando.

En el parque de Mislata
En el parque de Mislata

Hasta el paso por la Mina el paseo se convirtió en un absurdo pique entre Juan Carlos y yo. Cada vez que él me adelantaba, yo tenía que hacer lo mismo. Algo bastante absurdo porque teníamos que esperar igualmente a los demás. Pero al llegar al polígono de Manises pasó algo extraño… Debíamos cruzar la CV-37, y es una carretera con el suficiente tráfico como para tenerlo que pensar. Una parte del grupo la cruzó, mientras que otro se fue hacia más adelante. Nos quedamos esperando, pensando en que igual habían ido a comprar una botella de agua. O estaban girando la rotonda, para evitar cruzar a las bravas. El caso es que no volvieron. Sin track, sin esperar y sin extrañarse de que nadie les siguiera se fueron directos a Valencia.

Los que sí seguimos el camino nos metimos de nuevo al parque fluvial. Llegamos a Valencia un rato más tarde, pero quedaba cerveza para todos.

De camino a Valencia
De camino a Valencia
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Trialeras o pistas, 7 (y 8) de marzo de 2015

Esta semana es bastante especial en El Perro Verde BTT, puesto que vamos a tener un menú a elegir. Para los más técnicos, arriesgados y atrevidos, Adrián y José Vicente han preparado un especial de trialeras entre Alginet y Picassent. Sin embargo, para los que nos guste hacer una carretada de kilómetros pisteros y poner a trabajar el corazón en cuestas interminables, Juan Lozano nos ha planeado una escapada por Les Rodanes. El plan B se repetirá el domingo para quien le venga mejor. Sigue leyendo la planificación de la ruta